_las fronteras de la legalidad.

Después de sobrevolar la ruta Naiaf-Bagdad, que había sido tomada por los manifestantes chiítas al grito de “¡Que se vayan todos! ¡Que no quede ni uno solo!, y de escuchar al vocero militar Steven Boylan decir ¡ahí tienen! ¡Esto con Saddan no lo podían hacer!, porque total Saddan está muerto y no le puede venir a preguntar si es estúpido o se intoxicó con pólvora, dejamos atrás el prospero Iraq, y a la vista de que el Consejo de seguridad de la ONU nos terminó de joder el negocio con Corea del Norte y nos clavamos con un dineral en pokemones de agua, nos fuimos a Irán a ver a nuestro hermano revolucionario, Mahmud Amadineyad, que estaba meta y meta anunciar buenas noticias para el pueblo, y a preguntarle si nos iba a dejar llevar la ropa húmeda cuando tuviera instaladas las cincuenta mil centrifugadoras. Mahmud nos explicó que las centrifugadoras eran para enriquecer uranio, no para secar ropa y que el uranio era para generar electricidad, no para armar bombas y nosotros, que no somos tan zopencos para comernos semejante camelo, le contestamos que cuando no tuviéramos medias secas para ponernos nos íbamos a acordar de él pero, y en especial, nos íbamos a acordar de las hermanas y sin mas tramite, y como desde Irak había empezado a llegar otra vez el ruido de las explosiones, salimos de medio oriente y nos fuimos a Ecuador, buscamos al presidente Correa, lo felicitamos por sus políticas conciliatorias en el congreso nacional y antes de que nos terminara de agradecer le preguntamos si sabía que para volver a entrar en la OPEP primero se tenía que copar con unos bidones de diesel para el gomón celestial. Nos contesto que no le habían dicho nada y nosotros que ¡Ojo! Porque lo deben estar probando y Correa, que será medio zurdito pero en el fondo es buen muchacho, nos entregó el diesel a cambio de varios cientos de pokemones, porque tuvimos la precaución de hacerle creer que eran seres muy valiosos y fuertemente comprometidos con el nuevo socialismo del siglo XXI, y otra vez con tanque lleno decidimos ir a la frontera mexicana y cruzarla ilegalmente. Al llegar, nos detuvo la migra y nos explicó que Litle Bush había decidido mantener la frontera abierta para el comercio pero cerrada para el contrabando y para los morochitos que hablan un dialecto extraño y a esta altura, y como ya estábamos un poco cansados para ponernos a explicarles que el contrabando es solo una forma de comercio alternativo, en la que el estado no tiene participación y el castellano es un idioma, no un dialecto, pegamos la vuelta, donamos los pokemon que nos habían quedado al gimnasio de Pueblo Paleta y nos fuimos a Venezuela, a venderle a Huguito Chavez unas acciones de la CANTV que nos vinieron con el diario del domingo.