_un wookiee, una galaxia y un destructor estrella

Con la resaca propia de haber estado en una partusa con los diputados ecuatorianos, que no legislarán gran cosa pero a la hora de la joda son los mejores, esquivamos las piedras con las que los peruanos bloquean las rutas, porque las cubiertas viejas se las comieron en guiso, y con los pocos pesos que nos quedan nos tomamos la lancha colectiva y nos vamos al Pentágono, golpeamos la puerta, a ver si nos quieren comprar unos trapos de piso con el cuento de que son para ayudar a los uzbekas refugiados en el desierto, pero nos dicen que están sin un guita, y que si no venden un par de bases pronto se los van a comer los piojos. Igual, nos regalan unos boletos para recorrer sin cargo las últimas conquistas del imperio y unos dólares oscuros con la cara del senador Palpatine para comprar comida. Antes de iniciar nuestras merecidas vacaciones pasamos por Guantánamo a preguntar si es cierto que profanaron el Corán y nos confirman que no, que ellos lo único que profanan en la convención de Ginebra y la revista Billiken. Salimos corriendo a contárselo a los afganos y al llegar encontramos al país en llamas y al presi Karsaí pidiendo ayuda internacional a los gritos. Tranquilos por saber que aquí todo sigue como siempre continuamos nuestras vacaciones en Iraq, desembarcamos en Basora y el muchacho de la oficina de turismo nos dice que no nos conviene ir a Bagdad: Condooleeza Rice está haciendo una visita sorpresa porque cree que en muchos países le esconden los conejitos. En cambio, nos da unos folletos de “La puerta de los terroristas”, un hermoso lugar en la frontera con Siria en el que se lleva a cabo la operación: matador. Al llegar, le preguntamos a un stormtrooper dónde podemos encontrar a Marcelo Salas para que nos firme la remera del millo. Nos dice que no tiene idea, que ellos están buscando al serrucho Al Sarkawi para regalarle una muñeca Nelly Dientitos y nosotros, que sospechamos que el stormtrooper nos miente, decidimos emprender el camino de regreso y descubrimos que los boletos que nos dieron son solo de ida. Sin dinero y sin transporte no tenemos más remedio que aceptar uno de esos trabajos que no quieren hacer ni los negros, y que son los que más le gustan al presidente mexicano Vicente Fox. Cuando logramos juntar algún dinero nos compramos unos disfraces de Dark Vader, nos vamos al desierto de Gobi y, haciendo uso del lado oscuro de la fuerza, reducimos a los wookiees que el negrero de George Lucas dejó cuidando las naves, nos robamos un destructor estrella y nos vamos al Teatro Chino, a ver si conseguimos colarnos en el estreno de Episodio III. Lamentablemente, al llegar somos detectados por el nuevo sistema de advertencia láser, que el Loco Cheney mandó instalar para que no lo molestemos cuando mira los partidos, y obligados a saltar al hiperespacio. Ya que estamos, y como el destructor estrella anda mucho mejor que cualquiera de los cachivaches que fabrica la NASA, nos vamos al planeta Tatooine, a ver si en algún cine nos aceptan estas entradas con descuento que nos vinieron con la boleta de la luz.