/que el ruido alimente nuestro cuerpo y nuestra mente.

Insensible al agotamiento espiritual que provoca escuchar al mamarracho de Oscar Camillon diciendo que él, y el resto de los forajidos que gobernaban el país en los años noventa, son más buenos que Anakin Skywalker cuando era bueno, este predicador le pide a los chicos del Normal 9 que se sienten, que se queden tranquilos porque los ingenieros que nos mandó el Patriota Aníbal Ibarra nos aseguraron que, si no saltan, el piso puede llegar a aguantar otra media hora. Y hechas ya las aclaraciones del caso, estamos en condiciones de recibir a Don Tito Lavagna, que en lugar de ir al desierto a darse con peyote, como una persona normal, se fue a Ezeiza, se tomó 3/4 litro de agua radioactiva, y volvió vociferando que los aumentos salariales son una medida setentista, que en el siglo XXI la onda son los esclavos y nosotros, que no estamos en condiciones de decirle que nos tiene hartos porque nos va a mandar a barrer la vereda, pintémonos la cara con corcho, como en la escuela primaria, y demos paso al segmento cultural invitando a este escenario al reconocido artista plástico Omar “cara de cemento” Chabán, que es uno que lloró para que lo largaran y cuando lo largaron se dio cuenta de que no bien saliera la gente le iba a meter una inyección de hierro... para que se pusiera fuertecito y aguantara más tiempo mientras lo apaleaban hasta matarlo. Chabán se va corriendo a pedirle a los jueces que lo encierren y después pierdan la llave y ya que hablamos de jueces recibamos con un aplauso leve, porque el estruendo podría derrumbar el techo, a los muchachos de la cámara del crimen, que acusaron al gobierno de nazi y totalitario, invitémoslos a subirse a nuestra maquina del tiempo y a dar un paseo por la Varsovia del 40, así van viendo como era un nazi, y mientras el piso del templo se derrumba bajo nuestros pies, porque a los chicos del Normal 9 no hay quien los calme, terminemos este festín invitando al grupo de expertos que analizó todo el cuerpo legal argentino y redactó un manual para que los legisladores aprendan a escribir las leyes y no tengan que andar votando cualquier gilada. Ahora, solo nos resta encontrar a alguien dispuesto a enseñarles a leer...