_un burro, una vinchuca y una fiesta en Bagdad

Esquivando los helicópteros norteamericanos que caen al suelo como moscas comenzamos reportando desde las calles de Bagdad, donde por estos días se vive un fiesta cívica sin precedentes y el presidente Alawi, que todavía esta a tiempo para dejar el fernet, salió con un sombrero de terlgopor y una matraca a decir que aquí los que perdieron fueron los terroristas… así que no se sabe quien es el loco que está festejando con tiros de mortero ni se sabe, tampoco, quien ganó las elecciones, que le toca de premio o cuantos días de mandato le van a quedar para cuando los cinco ancianos ciegos que contrataron para contar los votos terminen su labor. Colmados de democracia marchamos a Gaza a ver el despliegue de las tropas palestinas y nos enteramos de que los israelíes suspendieron su programa de asesinatos selectivos. A los saltos como rengo en tiroteo huimos del lugar antes de que empiecen a amasijar gente al boleo y como estamos de arena hasta la coronilla nos vamos a América, nos ponemos nuestro traje de nieve y sin perder un segundo escuchamos el discurso de Litle Bush sobre el estado de la unión, porque siempre es bueno dejarse empapar por las ideas progresistas de un líder moderado, sobrio, que opina que a los homosexuales habría que prohibirlos con una enmienda constitucional y al que no le guste que se vaya al Canadá a hacerse romper el culo por un policía montado. Nos sacamos el traje de nieve y el preguntamos al Loco Chenney si él escuchó lo mismo que nosotros, nos dice que el disfraz de Hombre Araña no le permite escuchar nada, pero que es bastante práctico para trepar paredes y nosotros, le regalamos una vinchuca radioactiva con la promesa de que le permitirá incrementar sus poderes y nadando a brazo partido nos vamos a Cuba, cruzamos la isla hasta la base de Guantánamo y entramos al grito de paren las rotativas para anunciarles que una jueza de Washington les declaró ilegal el tribunal militar porque, resulta, que está mal visto apagarle habanos en la espalda a los acusados y obligarlos a comparecer con una remera que diga : “Yo tuve un obús, y ahora voy a tener que hacerle un pete a Litle Bush”. Siempre tan amables, nos invitan a pasar la noche en una jaula junto a un pakistaní, un burro y dos sunnitas. Rechazamos la oferta y cerramos esta edición porque nos han dicho que en la ONU hay un programa llamado Petróleo por alimento y queremos saber si podemos cambiar este bidón de kerosene que nos robamos de Guantánamo por una cena en Paris.