/la realidad es una bestia escurridiza. Algunos intentan atraparla. Nosotros... nos conformamos con correrla a ladrillazos.

11.1.05___

el festín del predicador (semana 01/2005)


/los malos al infierno.

Dejémosle a Don Néstor, el Ibarra bueno, estas flores simbólicas y mientras Buenos Aires se ilumina con las luces de los carros de bomberos empecemos a descender por la ardiente realidad nacional. Robertito la baña y como vieron que la deja bien limpita le dieron permiso para lanzar una nueva colección de figuritas, que reemplazan a las figuritas viejas y si llenas el álbum te traen de premio un city tour por los mejores boliches porteños y un matafuego de polvo como regalo. Los tenedores de bonos, que son los que llenaron el álbum anterior, se quejaron porque querían que el premio fuera un muñequito de Kichner y una caja de alfileres. Siempre a oscuras porque los muchachos de la compañía de electricidad pensaron que en enero iba a estar fresquito sigamos descendiendo en busca de agua, vino, jarabe de maíz un directivo de la compañía de agua que nos explique como fue que le hicieron caso a los pelotudos de la compañía eléctrica. Como no hay nadie, y tenemos mucha sed, atendamos al Sr. Cobranza Solá, que también esta sediento pero de ingresos públicos y mando a 1500 inspectores, provistos de hojotas y detectores de metal, a rastrillar las playas en busca de todo el oro que sean capaces de cargar en sus mochilas. Cada vez más lejos del cielo llegamos a la legislatura porteña, donde los opositores de Aníbal, el Ibarra malo, fracasaron en su intento por echarlo y quedaron tan calientes como la gente que lo estaba esperando afuera para embrearlo, emplumarlo y colgarlo del peluco. Aníbal, que se levanto de la siesta porque las sirenas de las ambulancias metían un ruido bárbaro, fue a buscar consuelo con el padre Eduardo y el padre, que hace el bien sin fijarse por donde, lo mando a ver a J.J. Álvarez, un carrilero medio matungo que quedo libre de la provincia de Buenos Aires. Decidido a triunfar, J.J. se puso unos shorts, salió a bailar la danza de la lluvia por Av. De Mayo y consiguió que cayera un verdadero diluvio. A oscuras y con los pepes mojados bajemos la cortina y mientras salimos agradezcamos a todos los muchachos, que con su esfuerzo permanente, ya le quitaron a la Argentina 191 esperanzas de ser, alguna vez, un país en serio.

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