-Galeano, Arafat y la furia fantasma.

A la vista de la cantidad de pavadas que se han dicho, y para que el presidente no tenga que dejar a nadie sin laburo, pasamos a aclarar de qué iba el negocito con la china. La cosa era así, aproximadamente: Los chinos ponían 100.000 millones de dólares en efectivo, en billetes chicos y sin marcar, a cambio, el MERCOSUR les entregaba el territorio que hoy conocemos como Uruguay. Hecho esto, los chinos irían a ver a los mongoles, les meterían el cuento de que en Uruguay hay mejores pasturas y las mujeres andan siempre medio desnudas y los convencerían de emigrar. Luego, ocuparían los territorios abandonados por los mongoles y empezarían a jugar los partidos de las eliminatorias para Alemania 2006 en el estadio “La tacita de Altaj”, que está a más de 2000 metros sobre el nivel del mar y donde los visitantes se apunan lo suficiente como para meterle 2 ó 3 goles. Lamentablemente, los chinos descubrieron que la palabra “oriental” formaba parte del nombre oficial del Uruguay y decidieron ir a la ONU, reclamar como propio el territorio y, si los tiraflechas que lo habitan se resisten, invadirlo. A pesar de que el negocio se estropeó y la Argentina no recibirá los 20.000 millones que le tocaban en la repartija, el Consejo de la magistratura decidió aumentar los salarios de los trabajadores judiciales y financiar el gasto vendiéndole los órganos del Juez Galeano a un laboratorio que experimenta con tejido extraterrestre. Ahora, la siempre cambiante realidad nos tele transporta a Carlos Casares, donde se festejó la fiesta del girasol y donde Aníbal, el menor de los hermanos Fernández, dijo que el gobierno necesita gente que lo ayude a remar pero sin aclarar, porque justo le convidaron una empanada, si hay que remar con alegría para llegar a un lugar mejor o remar muy rápido porque nos está tapando el agua. Dejamos atrás la actualidad nacional pero antes saludamos a Raúl Castells, que volvió del exilio, y le sugerimos que mire otra vez el mapa porque nos parece que el Chaco todavía queda en la Argentina.
La realidad mundial nos lleva una vez más hacia el prospero Irak. Allí, los habitantes de Faluya escucharon el anuncio de la “Furia fantasma” y se fueron todos al cine disfrazados de Dark Vader. Al llegar, el gallego que vende los boletos en “El progreso de Faluya” les explicó que no se trataba del episodio 3 de Stars Wars sino de una invasión norteamericana. Los muchachos guardaron los sables láser y empezaron a sacar los fusiles y el gallego, que seguía hablando, les comentó que los soldados que venían a tomar la ciudad eran 15.000. Entonces, los muchachos empezaron a correr y no pararon hasta llegar a los montes Altai, donde tenían pensado disimularse entre la población kasaka. Lamentablemente los mongoles, que son mayoría en la región y ya están hartos de tener que participar de todos nuestros chistes, los corrieron con los caballos y se tuvieron que volver. De regreso en Iraq se enteraron de que el serrucho Alsarkawi, que también se había rajado, estuvo toda la semana arengándolos para que se dejaran de mariconerías y se pusieran a resistir y de que la poli iraquí, departamental Bagdad, no tuvo más remedio que aceptar que la investigación por los tres cuñados que le secuestraron al presidente Alawi estaba estancada, en especial después de que el argentino Carro Córdoba salió a decir que lo dejaran en paz, que el no tenía porque hacerse cargo de todos los secuestros. Así las cosas nos despedimos, le dejamos nuestras condolencias al pueblo palestino y a la familia de Yasser Arafat, que esta semana se volvió a morir pero de forma indeclinable y emprendemos el camino de regreso, intentando, una vez más, que el ramo de olivo no se nos caiga de la mano.