_un vidrio, una canoa y una cárcel modelo.

Después de dejar en el service nuestro robot navegador, que se estropeó porque la esposa del loco Cheney lo llenó con ropa húmeda, y de jurarle al loco Cheney que nunca volveremos a prestarle nuestra tecnología alienígena y recordarle la otra vez, que nos pidió el muñeco de Booba Feet y le perdió el armita, nos subimos a una canoa que unos cubanos acaban de dejar en la orilla y nos vamos a Guantánamo, a preguntarle a los muchachos si entre los cinco usos inapropiados que hicieron del Corán están apoyapava y lectura de verano, porque entonces nosotros también estamos bastante comprometidos. Se niegan a darnos detalles, nos aseguran que Guantánamo es una cárcel modelo y nos invitan a pasar una semana allí para comprobarlo. Preferimos creerles, un poco porque los afganos de la jaula del fondo parecen bastante hambrientos, y otro poco porque se acerca la temporada de huracanes y confiamos en que este año Dios se decida... y de una vez por todas de cuenta de esta gente. Nos volvemos a subir a la canoa y remamos hasta Roma, que es lo menos que podemos hacer por Carolo, y nos presentamos antes el funcionario que recibe las pruebas para el proceso de beatificación de Juanpi II, le entregamos las fotos del torneo de fútbol 5 que ganamos con él de arquero, una carta contando detalladamente como fue la vez en que nos arregló una video casetera y mientras nos preparan el recibo nos hacemos una escapada a Afganistán, donde los talibanes no deliberan ni gobiernan, pero ejercen un fuerte control demográfico liquidando a todo el que les cae medio grueso, nos miramos los últimos videos de Timor Sha, a falta de un cine que proyecte Episodio III, y muy impresionados volvemos a Roma, retiramos el recibo y siempre remando, porque el tipo del service todavía no nos llamó, nos vamos a Tarija, en Bolivia, y le sacamos dos pesos a cada habitante con el cuento de que le vamos a conseguir el DNI argentino, porque si realmente quieren ser argentinos se van a tener que ir acostumbrando... con el dinero recaudado partimos por tierra hacia Buenos Aires, decididos a ver Episodio III aunque tengamos que pagar la entrada, nos metemos en un cine y el boletero nos dice que George Lucas se enteró que le robamos una nave y nos prohibió el ingreso, le rompemos el vidrio de la boletería con una tuerca que se cayó del robot, le gritamos que la nave no era de él, era del Imperio y, obligados por el yugo capitalista a pasar a la clandestinidad, una vez más, nos vamos al parque Rivadavia a buscar un puestero que tenga una copia de la película, y acepte como parte de pago estas cincuenta mil copias de la constitución europea que imprimimos en Malasia porque pensamos que iba a ser un exitazo.