/que rompa muros nuestro alarido.

Después de agradecerle al Juez Gallardo, que levantó la clausura del templo porque los bomberos le dijeron que nuestra vida no corría peligro, aunque nuestra dignidad seguía bastante comprometida, este predicador quiere aprovechar la ocasión para demostrarle al ingeniero Blumberg que él no es el único que se puede parar a decir macanas frente a la multitud... y lograr que la multitud le responda. Y les pide, entonces, que a cada una de sus afirmaciones digan algo, digan ¡yeah! y en lugar de velas usen encendedores como si estuvieran en un recital de Miguel Mateos. Le damos la bienvenida a Don Tito Lavagna, ustedes gritan ¡yeah! y Don Tito hace su entrada trayendo el álbum de figuritas que acaba de poner a la venta, y nos cuenta que podemos usarlas para ir a la bolsa a jugar al chupi, o tratar de llenar el álbum y esperar para que nos den el premio, siempre rezando para que a nuestros legisladores no se les ocurra volver a poner de presidente al Adolfo Rodríguez Saá. Gritemos ¡yeah! para despedirlo y ya que hablamos de peronistas puros e impuros saludemos al vicepresidente Scioli, que fue nombrado comandante honorario de los bomberos de la boca y pasó a mostrarnos la manguera. Ahora si, le pedimos a las personas impresionables que se retiren del templo y decimos ¡yeah! para recibir a la hermana flaca y bronceada de Lilita Carrió, que viene en nombre del cambio y nos pregunta si hemos visto por aquí a algún neo-fascista. Le respondemos que al único que vimos fue al comisario Francciotti, que es fascista pero de la primera hora, le regalamos los videos del sistema Tamara Di Tella Pilates, y decimos ¡yeah! para que se vaya antes de que la asalte uno de sus habituales episodios mesiánicos y ya que de estados alterados se trata recibamos a Don Federico Storani, que aprovechó la rebaja del IVA a los fertilizantes, se tomó tres botellas y en pleno éxtasis salió a pedir que declaren criminal de guerra a Margaret Tatcher. Le sugerimos que si quiere juntar votos aproveche el día mundial de la donación de órganos y colabore de inmediato, y para despedirlo decimos ¡yeah! y en cambio del Patriota Aníbal Ibarra no decimos nada, porque el presi Kickner ya lo dijo todo. Y diciendo ¡yeah! nos tomamos de las manos y nos vamos al casino flotante, a multiplicar en las mesas de Black Jack los suculentos treinta pesos que nos otorgó el consejo del salario, a ver si esta vez podemos llegar a los seis mil que gana el Ministro Aníbal Fernández.