/el enemigo parpadea.

Después de tanto tiempo de mirarnos a la cara le sudan las manos y no aguanta la mirada y por eso este predicador les pide que aplaudan, que aplaudan con todas las manos que puedan conseguir, con todas la manos que tengan aplaudan porque si tantas veces hemos venido a exigir es justo que esta vez llenemos el templo con nuestros aplausos y a los que dicen que aquí hubo una guerra este predicador les pregunta: ¿Cuándo carallo nos vieron sacar la bandera blanca? ¿Y cómo se les ocurre que les vamos a ofrecer un armisticio justo ahora, que la estamos ganando? Así que agradezcan al cielo por los dieciocho años de ventaja que tuvieron para rajar y entonces si, encendamos una hoguera con la ley de obediencia debida, otra hoguera con la ley de punto final, icemos nuestras banderas blancas, que es el único estandarte que se puede usar cuando se pelea por la libertad, y demos comienzo a este festín recibiendo al Patriota, Don Aníbal Ibarra, quien entra escoltado por la poderosa guardia urbana, que nos apunta con sus equipos de comunicación y nos advierte que no nos hamaquemos parados o nos irradiaran hasta que nos de cáncer. Como el ingeniero Macri nos enseñó a comportarnos como deportistas, caballeros y buenos anfitriones, hacemos un disparo de advertencia para avisarles que es hora de bajar del escenario y mientras la guardia urbana se desbanda y el Patriota intenta ganar la calle por debajo de los bancos, le gritamos que no se preocupe, que los únicos que compiten con la Policía Federal son los chorros aunque si, es cierto, a veces los estúpidos estorban bastante. Antes de continuar, este predicador quiere enviarle sus respetos a los familiares de los muertos en Cromagnon, que como no pueden estar con sus hijos pasan la mayor parte del tiempo arrojándole comida a la casa de la madre de Chabán, no sea cosa que Omarcito se muera de hambre y los prive del placer de apalearlo cada vez que se lo encuentren. Dicho esto y moderadamente intoxicados por el humo de las hogueras, démosle la bienvenida a nuestro próximo invitado, Don Alfredo Cotto, que fue a una convención de macanudos a avisar que él y los amigos decidieron trasladar a los precios la suba de salarios y demostró, una vez más, que si queremos un país en serio nos va a convenir Holanda… aprovechemos estas escobas que compramos antes de los aumentos para partírselas en el lomo a modo de despedida y ahora si y para terminar esta fiesta, invitemos a las Madres y a las Abuelas de Plaza de Mayo a subir al escenario y todos juntos saquémosle la lengua al doctor Fait, porque total el presidente nos dio permiso para ser maleducados, y a los que nos han estado pidiendo que dejemos de mirar el pasado, les decimos que desde ahora podremos mirar hacia delante, porque después de tanto tiempo, al final del túnel se ve una luz y al destino que cierra el puño y dice:“¡Salud!”.