_el nombre de la libertad.

Después de ir a Venezuela a tomar algo fresco y descubrir que Huguito Chavez clausuró la Coca-Cola y que la cosa se está poniendo cada vez más espesa para los evasores fiscales, nos pusimos nuestros disfraces de las bananas en pijamas, que no pagan IVA porque nadie se anima a ir a cobrarles, y nos corrimos hasta Río de Janeiro, nos tomamos veinte litros de cachacha con leche tibia, cada uno, y notablemente envalentonados nos fuimos a ver al gobernador Sergio Cabral para decirle que, cuando llegue Litle Bush, ni se le ocurra repetir lo de legalizar las drogas o va a terminar en Guantánamo haciéndole los claritos a unos muchachos afganos, que antes usaban el pelo corto pero porque eran del Taliban. Luego, y considerando que ya habíamos cumplido con nuestra buena acción semanal, le dimos la cachacha que quedó a las ovejas clon y salimos por el mundo a hacer tiempo hasta que llegue Litle Bush que, dicho sea de paso, es uno que cree que en Sudamérica los trabajadores y los campesinos son sus amigos y los viene a saludar pero, y para matar el tiempo, nada mejor que un prostíbulo con esclavas regenteado por el ejercito japonés y allá fuimos, nos presentamos en las oficinas de turismo de Tokio y le preguntamos a la recepcionista en que país quedaba el lupanar más cercano pero la señorita, muy amablemente, nos explicó que los prostíbulos habían sido desactivados después de la segunda guerra, que no los dirigía el ejercito sino unos comerciantes privados, y que a ver si dejábamos de romper las pelotas con el asunto porque se estaban empezando a cansar y nosotros, que vimos la película Audition y sabemos de lo que es capaz una amabilísima señorita japonesa, le pedimos disculpas, le hicimos una reverencia y nos cruzamos a China, dejamos en el Congreso nacional del pueblo nuestro nuevo catalogo de material bélico sin que nos viera el subsecretario de estado de la Unión, John Negroponte, y como en Afganistán la OTAN lleva adelante la operación Aquiles, y no estamos dispuestos a ver lo que se va a ver cuando le devuelvan la luz a la provincia de Helmand, luego de llegar hasta la represa hidroeléctrica bombardeando a oscuras, nos fuimos a Iraq a preguntarle al comandante David Petraeus si cuando dijo que aquí la solución no es militar estaba borracho, drogado o aturdido por las explosiones. Al llegar, nos informaron que el comandante no nos iba a poder atender porque estaba muy ocupado dirigiendo a los 140.000 soldados de ocupación y es una lástima, porque le íbamos a facilitar dos o tres direcciones en el barrio Sadr para que fuera él, personalmente, y empezara a negociar con los rebeldes. Como sea, y calculando que Litle Bush ya debe haber llegado al Brasil, nos volvemos a preguntarle si antes de nombrar a Simón Bolívar se lavó la boca con jabón y a pedirle que, por favor, ni se le ocurra mencionar en vano al Libertador José de San Martín… porque ahí si que lo va a partir un rayo…