_el hambre de los inocentes.

Desesperados por encontrar al pelado al-Zawahiri, para decirle que si es necesario, y para que los perritos en Iraq no tengan que andar comiendo soldados de la Unión, nosotros le desviamos un cargamento completo de carne de primera que, dicho sea de paso, era de unos exportadores argentinos que nos contrataron para zarpale las retenciones al gobierno y cometieron el error de pagarnos por adelantado, iniciamos nuestra ronda en uno de los bastiones del mal, la isla de Cuba, y sin preámbulos buscamos al hermano Raúl y le exigimos que nos de la ubicación de Ayman al-Zawahiri. El hermano Raúl nos pregunta si otra vez le estuvimos comiendo el alimento balanceado a las ovejas y nos aclara que, al menos que al-Zawahiri sea ese de anteojitos que jugaba en la NBA, no tiene la más remota idea de lo que le estamos hablando y nosotros, con la convicción de que el hermano sabe más de lo que aparenta, y la certeza de que es un hombre entrenado, capaz de resistir la peores torturas, desistimos de seguir con el interrogatorio y continuamos nuestra pesquisa por los dominios del mal en la ciudad de Caracas, pedimos hablar con el presi Hugo Chávez pero nos dicen que va a ser imposible: está en vivo por televisión, en “Aló presidente”, anunciando medidas económicas y nacionalizando empresas. Preguntamos si las medidas tienen que ver con darle de comer a los perritos pero nos contestan que no se sabe, que Chávez en vivo improvisa mucho y que nos conviene disparar, o vamos a tener que dejar hasta los calzoncillos de Sailor Moon para pagar el nuevo impuesto a los vehículos de lujo, que rige desde el segundo bloque y entonces, y viendo que las fuerzas del mal están muy bien organizadas, decidimos que es hora de meternos en el mismísimo corazón de la maldad, y como por Israel no queremos pasar, porque dicen que si pasas el presidente te toquetea, emprendemos el camino a Iran por el poniente, esquivamos el misil antisatélite de los chinos, les gritamos si ¡son locos, no ven que le van a terminar sacando el ojo a alguno! y, al llegar a Teherán, nos recibe el otro hermano revolucionario, Mahmud Ahmadineyad, nos dice que en la Unión hay suficientes personas inteligentes como para evitar que Litle Bush lance un ataque contra su país y entonces, y visto que evitará responder a nuestros interrogatorios simulando estar loco o tarado, aceptamos que las oscuras fuerzas del mal nos han derrotado y sumidos en el peor de los fracasos regresamos a la Unión, donde le rogaremos a Litle Bush que desoiga a esa mujer horrible llamada Rice, que no mande ningún soldado más a Afganistán, que mande todo su ejercito a Bagdad o los perritos… los perritos del barrio Sadr se morirán de hambre.