_el precio de las ideas.

Después de escuchar al compañero Fidel decir que solo quiere combatir como un soldado de las ideas, y enterados de que el presidente de Pakistán no renuncia un carajo porque su prioridad es formar un gobierno democrático estable, y no le importa cuantos opositores se tengan que golpear la cabeza contra el techo del auto para lograrlo, nos fuimos a la isla de Cuba, nos entrevistamos con el hermano Raúl, y le pedimos que en cuanto lo vea a Fidel le avise que esto de ser un soldado de las ideas no es tan sencillo como agarrar un fusil y empezar a tirar tiros, que acá hay muchas otras cosas y la primera es pagar la cuota del SUSI (Sindicato Único de Soldados de las Ideas), que dicho sea de paso la tuvimos que llevar a 25 chavitos por los aumentos que son de dominio público, y que además Litle Bush mandó decir que espera que se abra una etapa de transición y que sea democrática porque sino va a tener que mandar los barquitos. El hermano Raúl, que se había dormitado a la mitad de nuestro discurso, abrió los ojos y nos dijo que nos daba tres botellas de ron y una caja de habanos si nos íbamos a molestar a algún otro y nosotros, que veníamos dispuestos a darle nombre y dirección de todos los disidentes a cambio de medio paquete de cigarrillos y un vaso de moscato, agarramos las cosas, nos tomamos la lanchita que decía por Peribebuy, y nos fuimos a la Unión a preguntar cuando van a parar de mandar al espacio esos cachivaches, que al final nunca funcionan y hay que estar a los corchazos para bajarlos antes de que se caigan solos y le rompan la cabeza a alguno. Al llegar, enfilamos para el taller de nuestro mecánico amigo, a ver si ya nos había terminado de enchular el gomón celestial, y en cuanto nos vio preguntó si íbamos a ir al próximo súper martes. Le contestamos que no teníamos ni idea de lo que era un súper martes y él nos explico que era igual que el súper tazón, lo único que en lugar de jugar con una pelota jugaban con el destino de la humanidad. Le prometimos pensarlo, le pagamos el arreglo con unos bonos del estado argentino que nos quedaron de cuando teníamos la AFJP, haciéndole creer que eran del nuevo estado kosovar y que en el futuro iban a valer muchísimo, si antes los rusos no se hinchaban las pelotas y los gaseaban a todos, y como no daba para ir hasta Iraq a hacernos tirotear por el ejercito turco enfilamos para Venezuela, nos entrevistamos con Huguito Chávez y le juramos que éramos victimas de una guerra mediática a ver si nos dejaba ir palacio Miraflores a cantar “Pila Pila”. Chávez nos respondió que él no tenía tiempo para esas cosas y nosotros que si molestábamos nos íbamos, todo bien, aunque eso si, el hermano Raúl nos había regalado diez cajones de ron y una gruesa de habanos, así que fíjese… Con fuel oil como para seis meses dejamos atrás la República Bolivariana, y considerando que el día ya estaba echo, dimos por terminada nuestra inspección y nos fuimos hasta la China, a avisarles que si aparecen un muchacho con patillas y un peladito con cara de loco y se ofrecen para derrotar a la inflación les digan todo que no y los echen enseguida, porque en cuanto les dan “esto” de confianza van a terminar con todas las fábricas cerradas y trayendo televisores de Argentina para ver los juegos olímpicos.